El crimen ocurrió hace 26 años, cuando el capturado, con circula roja de Interpol, asesinó a su esposa y a su hijastra en la Vía al Mar.
A través de la Seccional Investigación Criminal, (SIJIN), autoridades del departamento de de Policía del Atlántico, lograron ubicar en Riohacha, La Guajira, a Rubiel Diaz Londoño, un hombre de 63 años señalado de participar en el asesinato de la empresaria Estela Toro Arias y su hija Leonela Tatiana Torres Arias.
Las víctimas que, para el momento del crimen registrado en 1997, tenían 46 y 20 años, respectivamente, habrían sido asesinadas a disparos dentro de una camioneta Toyota Land Cruiser, de placas MAM-232, sobre la Vía al Mar, entre los municipios de Tubará y Juan de Acosta, según confirmaron los reportes judiciales de la época.
El homicida fingió un asalto
Diaz Londoño, quien conducía el vehículo también resultó herido y, durante las declaraciones que entregó al CTI de la Fiscalía y a la Policía, aseguró que los responsables del atentado habían sido 4 personas que se movilizaban en dos motocicletas negras de alto cilindraje junto a sus cómplices que, según el, se transportaban en una camioneta color negro.
Según la versión que el asesino entregó a las autoridades en 1997, los hombres supuestamente habían llegado a asaltarlos y, en medio de forcejeos, dispararon contra la familia. En su testimonio sostuvo que alcanzó a salir de la camioneta en medio de la balacera, huyó hacia un monte cercano pero, al regresar, señaló que encontró a su pareja y a su hijastra agonizando dentro del vehículo.
En su momento, las autoridades revelaron que en las declaraciones, Diaz Londoño aseguró que trasladó a las mujeres en la misma camioneta hacia la clínica del Caribe, ubicada en el norte de Barranquilla, a unos 30 minutos del lugar del crimen. Supuestamente, al llegar, las víctimas ya estaban muertas según lo que habría confirmado los médicos del hospital.
Investigadores desmienten su versión. El homicida quedó en libertad
Durante las investigaciones, agentes del CTI lograron reunir las evidencias necesarias para desmentir la versión del abogado. Con análisis, fotografías y videos confirmaron que los balazos que recibieron las mujeres fueron a quemarropa, disparados desde algún punto dentro del carro y no desde afuera, como el homicida había intentado convencer a las autoridades.
Esa misma investigación también permitió comprobar que el hombre se autolesionó con el arma para sustentar la versión del atraco que había rendido a las autoridades luego de reportar el doble homicidio, mientras los médicos intentaban ingresar a las víctimas a un quirófano de la clínica para reanimarlas después de los impactos que habían recibido en la cabeza.
Diaz Londoño fue capturado un año después, en 1998, luego de que las autoridades lo vincularan con el doble homicidio pero, en 1999, quedó en libertad por vencimiento de términos y, desde entonces, las autoridades le perdieron el rastro. El homicida seguía vinculado al caso pero nunca compareció a las diligencias.
En el 2001, el Juzgado Sexto Penal del Circuito de Barranquilla lo condenó a 18 años en prisión por el delito de homicidio doloso. Sin embargo, evadió a la justicia y se mantuvo prófugo durante 26 años. Sólo hasta el 21 de mayo del año en curso (2023), fue capturado por autoridades en el municipio de Riohacha.
“El hijo de la señora (la víctima de 46 años) nos dio una información que fue crucial para ubicarlo y lógicamente el trabajo que realizó la Policía que infiltró a un agente encubierto con el fin de establecer la ubicación real de esta persona”, explicó el teniente coronel Jhon Jairo Urrea Rozo, comandante del departamento de Policía Atlántico.
Al momento de la captura, según revelaron funcionarios judiciales, pretendía engañar a los agentes policiales que realizaban el procedimiento. El homicida había cambiado su identidad y presentó una cédula con nombres diferentes pero, tras el registro, pudieron verificar que sus huellas correspondían a la misma impresión dactilar con la que ya había sido reseñado.
El capturado quedó a disposición de la Fiscalía por el delito de homicidio agravado, con el fin de cumplir la condena impuesta.